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Ponencia sobre las Expectativas de la Educación Superior en Tiempos de Crisis Sanitaria Generada por el COVID-19.

Mar 15, 2021

Ponencia presentada en la Bibioteca Nacional por el doctor Franklin García Fermín, Ministro de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, acerca de la Realidad y las Expectativas de la Educación Superior en Tiempos de Crisis Sanitaria Generada por el COVID-19. 

Dr. Roberto Fulcar, Ministro de Educación,

Licenciado Menoscal Reynoso, Director de la Revista El País Dominicano temático, 

Honorables Miembros del Gabinete Gubernamental,

Licenciado Rafael Peralta Romero, Director de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña,

Honorables Magistrados Jueces de Altas Cortes,

Reverendo Padre Doctor Alfredo de la Cruz Baldera, Rector de la Universidad Católica Madre y Maestra, y Presidente de ADRU,

Maestro José Alejandro Aybar, Rector de la Universidad del Caribe y Presidente de ADOU, 

Señores Rectores y vicerrectores de Universidades e Institutos de Estudios Superiores,

Señores Viceministros,

Señores Directores y Gerentes Generales,

Funcionarios y Servidores del Ministerio de Educación y del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología,

Representantes de los medios de comunicación,

Amigos todos:

Me siento muy halagado por la gentileza que ha tenido el licenciado Menoscal Reinoso de invitarme a decir lo que pienso sobre la realidad y las expectativas de la educación superior dominicana en este tiempo de crisis sanitaria.

Como las universidades son la base en que se sustenta la capacidad de creación, innovación y avance de la sociedad, en ellas es donde se debe planear y promover la producción, transmisión y apropiación del conocimiento para su aplicación idónea en el desarrollo integral de la colectividad.

Pero no basta con los saberes construidos en el pasado lejano, pues la sociedad debe vivir en el presente y, por tanto, la academia debe proveerles a sus futuros egresados el conocimiento nuevo o renovado que se produce cada día en el mundo.

Veinte años antes de que concluyera el siglo pasado, Alvin Tofler, uno de los futurólogos más precisos y trascendentes de ese momento, pronosticó que, en el siglo XXI el conocimiento sería la riqueza más importante para las personas y para las naciones.

A pesar de que la de los ochentas fue una década perdida para Latinoamérica, en esos veinte años, sobre todo en los últimos diez, hubo en nuestro país un inusual despertar del interés de la comunidad dominicana por los estudios superiores, a tal punto que el número de instituciones de educación superior se multiplicó por siete.

En el presente siglo, las universidades de nuestro país experimentaron un desarrollo desigual, que fue mayor en la Universidad principal del Estado por sus condiciones particulares, entre ellas la facilidad del acceso para los hijos de las familias de más bajos ingresos.

En efecto, la Universidad Autónoma de Santo Domingo es una macro universidad nacional que, además de su Sede Central, tiene 18 recintos, centros y subcentros distribuidos en el territorio del país, y cuyo Estatuto Orgánico la define como democrática, abierta, popular y de masas, comprometida con el progreso, la movilidad social, la equidad, la inclusión y la paz.

Hasta marzo del 2020, los cambios que podíamos esperar en las universidades eran impulsados por la necesidad de la mejora continua para elevar la calidad y alcanzar estándares internacionales de competitividad y excelencia.

Sin embargo, al llegar la Covid-19 al país, se produjo un cambio de gran importancia en la operatividad de las academias, porque la crisis sanitaria impuso unas normas nuevas que impidieran el contagio y aminoraran las muertes de estudiantes, profesores y personal de apoyo administrativo. 

Sin dejar de lado esas y otras transformaciones que estaban previstas, pero no eran de vida o muerte, el coronavirus les impuso a las universidades una agenda disruptiva en la que otros cambios que se veían lejanos, de buenas a primeras, se convirtieron en urgentes.

La crisis sanitaria ha obligado a los líderes universitarios a entender que el conocimiento no debe transmitirse solamente y ni siquiera principalmente de manera presencial, como era antes, sino que la enseñanza tiene que desarrollarse en el ámbito de la virtualidad.

La pandemia ha puesto en primer plano la educación a distancia y virtual, de manera que el desarrollo de las universidades en el tiempo de la Covid-19 tiene que correr sobre las ruedas de la red global, es decir que deben planear su quehacer basadas en que la virtualidad se ha impuesto como una necesidad perentoria.

El coronavirus ha forzado a las academias a pasar de las aulas físicas a las aulas virtuales, y a invertir altas sumas de dinero en plataformas tecnológicas para los aspectos administrativos de los servicios académicos.

También, han tenido que invertir en la preparación de los profesores para la enseñanza virtual y en los dispositivos necesarios para la transmisión de los conocimientos.

Por otra parte, como la pandemia trajo consigo una crisis económica, muchos estudiantes desertaron de las aulas universitarias virtuales, por falta de los dispositivos electrónicos necesarios para recibir la docencia remota.

Esos estudiantes, hijos de familias pobres, afrontaban dificultades para la conectividad, y ello les impedía estar en condiciones de mantener el contacto virtual con sus profesores y en general con sus respectivas universidades.

De ahí, que el Presidente de la República dispuso un bono estudiantil, para lo cual especializó 200 millones de pesos.

Los efectos de la Covid-19 sacudieron las estructuras socioeconómicas a nivel global y las instituciones de educación superior fueron uno de los sectores más fuertemente vapuleados por la crisis sanitaria y financiera.

El distanciamiento social galvanizó un contexto de digitalización forzada que, en el caso de las universidades, coaccionó los mecanismos de pedagogía a los de la teleeducación, para garantizar su funcionamiento y sostenibilidad.

Como resultado de la coyuntura, en mayo de 2020 el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Universia Banco Santander llevaron a cabo el Diálogo Virtual con Rectores de Universidades Líderes de América Latina con el objetivo de discutir los retos y desafíos en las universidades de la región ante el surgimiento de la pandemia.

Los elementos más importantes de la discusión incluyen los diferentes caminos que han emprendido las universidades para generar soluciones ante la emergencia e identificar los mecanismos de la transformación digital como aspecto central del proceso educativo.

Según las estimaciones de la UNESCO, más de 1.500 millones de estudiantes de 165 países no pueden asistir a los centros de enseñanza debido a la COVID-19, lo cual   ha obligado a la comunidad académica internacional a explorar nuevas formas de enseñar y aprender, incluida la educación a distancia y en línea.

Esta situación ha resultado difícil, tanto para los estudiantes como para los docentes, que tienen que enfrentarse a los problemas emocionales, físicos y económicos provocados por la enfermedad al tiempo que cumplen su obligación de contribuir a frenar la propagación del virus.

El futuro es incierto para todos, y en particular para los millones de estudiantes que tenían que graduarse este año, los cuales se van a enfrentar a un mundo con la economía paralizada por la pandemia.

En una serie de artículos sobre la COVID-19 y la educación superior, la iniciativa Impacto Académico de las Naciones Unidas (UNAI, por sus siglas en inglés) habla con estudiantes, profesores e investigadores de diferentes partes del mundo para averiguar qué efectos ha tenido en sus vidas la COVID-19 y cómo están haciendo frente a los cambios.  

La serie también hace hincapié en las lecciones aprendidas y en los resultados positivos que puede tener el confinamiento mundial para la educación superior.

El paso forzoso a la docencia digital nos ha exigido afrontar, de manera perentoria, algunos de los problemas fundamentales que ya aquejaban a la docencia presencial.

Se ha evidenciado la necesidad de desarrollar en los alumnos competencias transversales básicas que son consustanciales al éxito del proceso educativo, lo cual significa que se detectan carencias del sistema educativo que se ponen de manifiesto cuando llegan a la universidad.

Entre las competencias faltantes destacan la autonomía, la visión crítica y la capacidad de autoaprendizaje, lo cual se hace notorio en un contexto educativo en el que se ha perdido el contacto diario en el aula, los hábitos de trabajo, la capacidad de autorregulación y la autodisciplina a la hora de abordar las tareas.

Cultivar estas habilidades exige una gran flexibilidad por parte del docente, pero en el formato virtual pasan a jugar un papel fundamental y es necesario adaptar los recursos educativos que utilizamos para fomentarlas y consolidarlas.

La presencialidad juega un papel fundamental en el desarrollo de técnicas didácticas activas, en particular de la pedagogía basada en afectos, pero con la pandemia surgen dificultades añadidas que impiden desarrollar una pedagogía basada en la inteligencia emocional que promueve la convivencia amistosa, la colaboración y la afectividad.

El contacto personal es imprescindible para convertir los contenidos en una realidad que motive y movilice a cada alumno y al grupo, vinculación afectiva que va de la mano con el desarrollo de un conocimiento contextualizado, lo cual contribuye al surgimiento y permanencia de la motivación.

Con el fin de explorar el impacto de la Covid-19 en universidades e institutos superiores, la iniciativa Impacto Académico de Naciones Unidas, UNAI, celebró el pasado 23 de abril el seminario web en español «Respuesta del ámbito académico ante el coronavirus: Juntos por los hechos, la ciencia y la solidaridad».

En el citado seminario participaron más de 70 universidades de una docena de países de Latinoamérica, así como de Francia, España y Japón.  

Cristina Gallach, Secretaria de Estado de Asuntos Exteriores y para Iberoamérica y el Caribe del Gobierno de España, ha dicho que existe una conexión esencial entre la libertad y el conocimiento científico, la investigación y la innovación y que la ciencia, la investigación, la innovación son los factores que nos van a dar la libertad durante esta pandemia.

Solo mediante la colaboración académica podremos ganar esta batalla y para ello tenemos que aprovechar esta oportunidad, no después sino ahora mismo, para profundizar en el concepto de humanidad compartida, pues no solo compartimos una pandemia, también un Planeta y una serie de valores, añadió.

Gallach destacó la importancia de la colaboración científica y académica y el esfuerzo multilateral para superar las dificultades creadas por la pandemia y contribuir a un bien común accesible a todos.

Por otra parte, Milenko Skoknic, el Representante Permanente de Chile ante las Naciones Unidas, recalcó que frente a la COVID-19 es necesario que todos los pueblos trabajen unidos para hallar soluciones ventajosas y duraderas que nos permitan superar la crisis.

Skoknic agregó que la solidaridad es un elemento integral de la educación superior, y que las universidades podrían facilitar el intercambio de conocimientos mediante cursos en abierto, investigación conjunta, novedosos y creativos métodos de enseñanza, alternativas educativas y nuevas herramientas y formas de difundir el conocimiento.

Francesc Pedró, Director del Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe, explicó las conclusiones del informe de la UNESCO COVID-19 y educación superior con las palabras siguientes:

Unos días después de iniciarse los estragos de la Covid-19, las instituciones de educación superior intentaron cumplir sus responsabilidades docentes, pero se hallaron con la realidad de que un tercio de los estudiantes y un porcentaje similar del profesorado carecían de acceso a internet, lo cual obstaculizó la transición a una modalidad educativa virtual.

El director del UNESCO-IESALC expresó que además de la asistencia financiera y tecnológica a las instituciones de educación superior, es necesaria la ayuda psicológica a estudiantes y docentes y que debemos ver esta crisis como una oportunidad para transformar las universidades en términos de calidad y de igualdad.

Muchos líderes de la educación superior han manifestado   preocupación acerca de las barreras digitales, pues los problemas de conectividad y la falta de acceso a las tecnologías de la información y la comunicación suponen un reto para millones de estudiantes en diferentes regiones del planeta.

La mayoría de los gobiernos han entendido que la magnitud de los retos de la pandemia asociados a la docencia en formato virtual constituye un problema nacional y han asumido la responsabilidad de evitar que suceda lo peor.

En lo que concierne a la República Dominicana, el Gobierno que dirige el Presidente Luis Abinader ha tomado decisiones heroicas con miras a impedir el colapso del sistema universitario, el cual, por causa del coronavirus, tenía un diagnóstico de quebranto severo que lo acercaba cada día a los cuidados intensivos.

La acción política gubernamental comenzó con visitas de acompañamiento a las instituciones de educación superior con un mensaje alentador y en muchos casos con entrega de recursos imprescindibles para la solución de situaciones de urgencia o para el desarrollo de programas de especialidades, maestrías y doctorados.

Se trata de aprender palabras nuevas como cibersujeto, cibermundo, ciberespacio, ciberseguridad y otras, para construir una manera nueva de ser, hacer, aprender y vivir juntos. 

Nuestro Gobierno ha puesto real empeño en la preparación de los docentes, investigadores y administradores de las instituciones de educación superior, con lo cual se mejoran las condiciones profesionales, intelectuales y científicas de esos recursos humanos de alto rendimiento para afrontar un presente y un futuro esencialmente dinámicos y complejos desde nuestro sistema universitario.

Entre las expectativas del presente para el futuro inmediato se prevén cambios que implican la flexibilización de los grados actuales, la inclusión de carreras más generalistas y transversales, el acceso a un número mayor de créditos de libre configuración y la implantación de nuevas carreras.

Nos proponemos desarrollar un creciente número de programas de doctorado que incluyan la formación de investigadores en todas las áreas del conocimiento a fin de robustecer la carrera nacional de investigadores y el país tenga más investigación científica en esas áreas del conocimiento.

Una propuesta que se valora en el momento presente es el desarrollo de másteres y doctorados no orientados a disciplinas sino, también a retos sociales, como la solución de conflictos, el manejo eficiente de las finanzas personales, la gestión del talento humano, la consejería para mejores relaciones familiares, entre otras.

Promovemos el acompañamiento y el apoyo a las instituciones de educación superior, el impulso a novedosos planes de capacitación y actualización de los profesores, el afianzamiento de nuevas líneas de investigación y el respaldo a los investigadores en estos nuevos escenarios.

Cumplimos con el compromiso de estimular el conocimiento con una dinámica de investigación, innovación, creatividad, extensión e internacionalización, aprovechando los entornos virtuales de aprendizaje, convencidos de que la educación virtual no solo supone interacción de los entes humanos con las tecnologías, sino un sistema de construcción social y de producción y distribución de riqueza para el bien común.

En la perspectiva de lograr estos importantes propósitos, el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología trabaja en la actualización de la Ley 139-01, la cual tiene 20 años de vigencia, y procede adaptarla a las demandas sociales de los nuevos tiempos.

Dentro de poco tiempo tendremos una nueva Ley de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, que tome en cuenta los cambios que se han originado como consecuencia de la pandemia para dar inicio a la era de la cibercultura, la virtualidad y la internet de las cosas.

Ha llegado la hora de transformar la educación superior mediante la adopción de nuevos lenguajes, nuevas visiones, nuevas formas de afianzar la verdadera sociedad del saber y del conocimiento en ambientes democráticos en los que se reconoce la educación como un derecho de todos, punto de partida para el arribo a una cultura nueva surgida de la transformación digital en la República Dominicana.

Muchas gracias